El salario mínimo de 2021 será definido por decreto presidencial. Como ha sucedido en recientes ocasiones, los gremios y las centrales obreras no se pusieron de acuerdo en torno a una cifra para el incremento.
La verdad es que la diferencia entre las propuestas nunca había sido tan amplia. Por parte de los gremios, encabezados por Andi, Asobancaria, Fenalco, Acopi y la Sociedad de Agricultores de Colombia, la propuesta de incremento fue del 2%, mientras que las centrales obreras habían pedido inicialmente el 14%. Recordemos, que para el incremento del salario mínimo de 2020, los empresarios ofrecieron 5.88% y los gremios pedían el 8%. Al final, el Gobierno decretó un 6%.
El tema de la pandemia ha afectado seriamente el empleo en todo el mundo. En nuestro país, existe el agravante de la inmensa cantidad de personas que tienen empleo informal, lo cual genera una situación muy irregular a la hora de analizar el ingreso económico de la población.
Este año la solicitud de las centrales obreras definitivamente no tiene en cuenta la difícil situación de las empresas y de la economía en general. Podríamos resumir, que nada se logra subiendo generosamente el salario mínimo, si con ello se afectan las empresas, hoy empobrecidas por la pandemia. La meta de estas centrales obreras solo se logra si obtienen un incremento desproporcionado del salario, y que después el Gobierno se las arregle para mantener las empresas a flote.
Con este tema, hay que ser extremadamente prudentes y muy conservadores. Encarecer la mano de obra solo va a empeorar la situación financiera de las empresas y con ello, afectar el empleo. Nada se logra mejorando el ingreso de los trabajadores, si con ello se deja sin empleo a muchos de ellos.
Desde el punto de vista político este tema del salario mínimo sirve de plataforma para discursos populistas, de los cuales debemos también tener mucho cuidado. Para 2021, el Gobierno adoptará una cifra de incremento de salario probablemente cercana al 3%, considerando que el incremento en el costo de vida estará entre el 2% y el 4% para 2020. Como respuesta, veremos protestas y marchas en las principales ciudades, con el impulso de algunos políticos populistas que aprovecharán la oportunidad para criticar al Gobierno y para generar movilizaciones, que en muchos casos terminarán en actos violentos.
Por otra parte, la propuesta de algunos miembros del partido Centro Democrático de reducir la jornada laboral, hoy establecida en 48 horas semanales, tampoco es conveniente en este momento para el país. Esa propuesta se sustenta en argumentos como que los trabajadores mejorarán su rendimiento al poder dedicar más tiempo al descanso y a sus familias. Sin embargo, esa medida obviamente encarecerá la mano de obra para las empresas, porque muchas tendrán que contratar más trabajadores para lograr la misma producción. Eso será muy perjudicial, pues los empresarios no podrán pagar más empleados para producir lo mismo, porque van a quebrar. Y si eso sucede, perderían todos: los empresarios sus empresas y los empleados sus trabajos.
Los temas laborales, definitivamente, son muy delicados y hay que abordarlos con mucha responsabilidad. Aceptar un incremento del salario mínimo del 14%, como lo pedían las centrales obreras para un año en el que la economía sigue afectada por una pandemia todavía incontrolada, sería una irresponsabilidad inmensa por parte de los gremios y del Gobierno, y conduciría a la quiebra de nuestra economía en muy poco tiempo.