Al eurodiputado Luke “Ming” Flanagan nadie lo conocía hasta que se hizo famoso el 2 de junio pasado al intervenir desde su cama y sin pantalones, y acariciándose las piernas, en un debate virtual de la comisión de agricultura. Ese es el bufonesco militante de un partido irlandés izquierdista al que Gustavo Petro acude para intrigar y pedir que la Unión Europea cancele los acuerdos comerciales que tiene con Colombia.
Un periodista español, Jorge Jaramillo, especialista en cuestiones de agroalimentación, afirma que el señor Flanagan “ha sido pillado varias veces por agentes de policía con cannabis para uso personal”. “Ming” fue elegido al Parlamento Europeo en 2014 como defensor de la legalización de la marihuana, según Wikipedia (1). Ese año fue mostrado como el segundo peor récord de votaciones entre los eurodiputados irlandeses en el Parlamento Europeo. Flanagan admira la dictadura cubana, aboga por el “diálogo” con Maduro, es partidario del aborto y del separatismo catalán.
El irlandés hace parte de un grupito de eurodiputados que son enemigos jurados de las exportaciones de alimentos de América Latina hacia Europa. En ese grupo llevan la voz cantante la socialista española Clara Eugenia Aguilera y la liberal Ulrike Müller, del grupo Alde (Alianza de Liberales y Demócratas Europeos) que preside el ex primer ministro belga Guy Verhofstadt. Alde es el tercero en fuerza en la Eurocámara.
Creyendo que los demás eurodiputados no saben qué ocurre en Colombia, Gustavo Petro se dedica a fabricar para ellos un panorama mentiroso de la violencia. Petro acusa a “las fuerzas de seguridad de Colombia”, es decir al Estado y al gobierno de Iván Duque, de ser los responsables del asesinato de líderes sociales y de excombatientes de las Farc. Eso es totalmente falso. Sin decir una sola palabra de quien está cometiendo tales crímenes, Petro escribe que “con el actual gobierno” se ha agravado “la situación de derechos humanos que vive Colombia” y añade enseguida, en acto de manipulación cognitiva, que en 2020 “han sido asesinados 221 líderes sociales, 47 ex combatientes de las Farc, firmantes del acuerdo, ha habido 65 masacres y 13 jóvenes a manos de la fuerza pública en las protestas contra la deriva autoritaria durante el ultimo mes”.
Petro omite el hecho de que la producción y tráfico de drogas y la violencia narco-terrorista, en especial contra los campesinos, indígenas y desmovilizados de la guerrilla, se incrementó de manera dramática luego de la firma del llamado “acuerdo de paz” Farc/Santos, el cual dejó libres y sin castigo a los arquitectos de ese tráfico y a los dirigentes del enorme escuadrón de la muerte que son las Farc.
Petro disculpa así, de frente –pues sabe que el gobierno de Duque es incapaz de responder en Europa con precisiones y con un pleito contra él por difamación–, a los verdaderos autores de esas atrocidades: las Farc, el Eln, las guerrillas gaitanistas y otros carteles del narcotráfico, organizaciones todas ellas decididas a eliminar a todo individuo o grupo civil o militar que afecte sus planes criminales, locales y nacionales. Petro inventa, además, una supuesta “masacre de jóvenes en las protestas”, para ocultar que él mismo, impulsó y coordinó, mediante su cuenta twitter, las manifestaciones y acciones del 9 y 10 de septiembre pasado, en varias ciudades de Colombia, contra la fuerza pública y edificios públicos y privados, de vándalos armados y entrenados –como se supo después–, por las organizaciones terroristas Farc y Eln.
Tal es la compleja realidad que los eurodiputados deberían saber antes de votar la propuesta insidiosa del eurodiputado Luke “Ming” Flanagan, y de su auxiliar Gustavo Petro, quienes al mismo tiempo que favorecen los desórdenes políticos, buscan pretextos para arruinar las exportaciones colombianas de alimentos. Ese pedido es un nuevo atentado de Gustavo Petro contra los intereses de Colombia, en especial contra los empleos de millones de personas (agricultores, campesinos, artesanos, comerciantes) que trabajan en el sector agroalimenticio. Todos ellos podrán pasarle la cuenta a Petro por su activismo vendepatria en la próxima campaña electoral.