El que no vota, no come. Fueron las palabras de Diosdado Cabello, uno de los principales cómplices del dictador Nicolás Maduro, en un evento público que sirvió de plataforma electoral para las recientes votaciones para elegir a los diputados a la Asamblea Nacional en Venezuela.
El temor del régimen, que al final se volvió realidad, fue tener que enfrentar una gigantesca abstención que le restara legitimidad a las elecciones. Con apenas el 31% de la votación, Maduro logró recuperar el control de la única institución que no controlaba hasta ahora. Todos los demás poderes están fraudulentamente alineados tras el Socialismo del Siglo XXI llevando a Venezuela a una catástrofe sin antecedentes, y cuyo retorno tomará décadas.
La oposición llamó al pueblo venezolano a abstenerse de acudir a las urnas el 6 de diciembre de 2020, y solicitó a los organismos multilaterales que no solamente rechazaran el fraude que se cometería en los comicios, sino que reconozcan al actual parlamento, con lo que Guaidó continuaría siendo presidente alterno, pues se mantendría en su cargo como presidente de la actual Asamblea y encargado de la presidencia del país.
Además, la oposición convocó a una consulta popular, que se lleva a cabo de una manera ingeniosa y muy práctica para todos los venezolanos. Entre el 5 y el 12 de diciembre, los ciudadanos tendrán la oportunidad de contestar, de manera virtual, tres preguntas:
La primera, si rechazan el evento electoral del 6 de diciembre en el que Maduro se apoderó del parlamento. La segunda, si aprueban la convocatoria a lecciones libres para acabar con la dictadura; y la tercera, si ordenan hacer las gestiones necesarias ante la comunidad internacional para activar la cooperación, acompañamiento y asistencia que permitan rescatar la democracia venezolana, atender la crisis humanitaria y proteger al pueblo de los crímenes de lesa humanidad que se están cometiendo.
El 5 de enero veremos el desenlace de esta crítica situación en Venezuela: Maduro no puede dar su brazo a torcer. Lo que menos puede mostrar en este momento, es debilidad. Por tanto, sin importar las declaraciones de los organismos multilaterales, tiene que sacar a los actuales miembros de la Asamblea Nacional y reemplazarlos por sus fichas, elegidas con escasos tres y medio millones de votos. La abstención fue evidente a pesar de las amenazas de Cabello.
Sobre esas amenazas hay que decir, que si el pueblo venezolano está hoy prácticamente sometido al hambre, quitarle la comida no parece ser la amenaza más inteligente. Pero inteligencia es algo de lo que demuestran carecer los líderes del Socialismo del Siglo XXI.
El 5 de enero la situación de Guaidó puede tornarse muy difícil, porque Maduro lo sacará a empellones de la Asamblea y de su cargo como presidente encargado, para confirmar fortaleza frente a la oposición. Incluso su seguridad personal estará seriamente comprometida.
Ya con todos los poderes, la dictadura seguirá su curso sin tropiezos. Miles de venezolanos seguirán desfilando por las carreteras de los países vecinos en busca de condiciones mínimas para sobrevivir, mientras Maduro sigue desangrando al país más rico de Suramérica. Lo poco que queda de oro y de reservas monetarias terminará por agotarse, luego de llegar a los bolsillos del dictador y de su camarilla. El Cartel de los Soles seguirá en la cúpula de las Fuerzas Militares, en alianza con las disidencias de las Farc, con el ELN y con otros grupos de delincuentes colombianos.
Para nosotros, la amenaza continúa. El Socialismo del Siglo XXI y sus brazos políticos tienen todavía la mira puesta en Colombia.