- Realidades – No. 622 – Enero 14 de 2018
- Editorial
Es indudable que algunas de las decisiones y de las posturas políticas adoptadas por el presidente estadounidense Donald Trump no han sido bien recibidas por buena parte de la opinión, al interior de su país y en ciertos sectores de la comunidad internacional.
Esto se debe, en parte, a la manera extremadamente directa que tiene de manifestar sus opiniones. Sin embargo, hay que tener en cuenta que sus decisiones están alineadas con sus propuestas de campaña, lo cual tiene muy satisfecho a otro inmenso sector de la población, para el cual, Trump solo está cumpliendo lo que prometió cuando lo eligieron.
Una de las conversaciones en la que fue extremadamente directo, tuvo lugar en septiembre de 2017, cuando Juan Manuel Santos lo llamó para solidarizarse con el pueblo de Estados Unidos luego del paso del huracán Harvey por el estado de Texas. Según el Washington Post, 24 de los 25 minutos que duró la conversación telefónica, se convirtieron en un regaño de Trump por el pobre resultado del Gobierno colombiano en el control del narcotráfico. “A usted le importan más los guerrilleros que los estadounidenses”, dijo Trump a Santos.
Basta mirar algunas cifras para entender la reacción del presidente norteamericano: en un solo año (de 2015 a 2016) los cultivos de coca crecieron de 96.000 a 146.000 hectáreas, mientras que cuatro años antes eran apenas de 47.000 hectáreas. Este crecimiento exagerado, que algunos dicen que llegó a las 200 mil hectáreas, coincide con la realización de los diálogos con las Farc.
En cuanto a la producción de cocaína, entre 2015 y 2016 esta alcanzó las 866 toneladas anuales, con un crecimiento de 220 toneladas en ese año. Estas son cifras publicadas por la Oficina de las Naciones Unidas contra la droga y el delito, y son la causa del malestar de Trump, quien le exigió a Santos que remediara muy rápido la alarmante tendencia en el auge del narcotráfico.
Vale la pena recordar que en noviembre del año pasado, un par de meses luego del regaño, Trump amenazó con descertificar a Colombia si no se logra controlar el incremento de cultivos ilícitos y de producción de clorhidrato de cocaína.
Una buena parte del problema es originado por lo que se conversó en La Habana con las Farc, y esa es parte de la molestia del presidente de Estados Unidos. Todo indica que la suspensión de las fumigaciones aéreas con Glifosato fue una exigencia de las Farc en Cuba. Además, los Acuerdos de Paz establecieron un programa de sustitución de cultivos que resultó equivocado: cada familia que se acoja voluntariamente a ese programa recibirá en dos años 36 millones de pesos. Al parecer, esto ha ocasionado que muchos se hayan dedicado al cultivo de coca para recibir ese subsidio.
El regaño de Trump es un nuevo tropezón de Santos frente a sus Acuerdos de Paz. Él insiste en que la erradicación manual y el programa de sustitución voluntaria terminarán con el narcotráfico, cuando la realidad es que todos los resultados indican lo contrario. Y eso mismo sucede en los otros puntos tratados en los Acuerdos: la participación política de las Farc se está logrando a tutelazos, en contravía de la voluntad popular representada en el Congreso, mientras que la Justicia Especial para la Paz y la Comisión de la Verdad no han convencido a nadie, por el torpe manejo que se dio en la selección de los magistrados y de los integrantes de la Comisión.
Y lo peor, ahora ya ni las Farc están contentas con lo que está pasando en la implementación de los Acuerdos. Mientras tanto, la aprobación de la gestión del presidente continúa por el suelo. Claro, no solo Trump está molesto con sus resultados.