Colombia es el teatro de una guerra sin cuartel, donde la iniciativa militar y política ha venido casi siempre de las FaRC, la guerrilla más poderosa del hemis- ferio occidental.
De inspiración comunista, esta organización, que cuenta con 25.000 hombres y con un extraordinario flujo de dinero gracias al tráfico de drogas y a los cientos de secuestros que ella comete cada año, trata de adueñarse del poder combinando, como dicen sus dirigentes, “todos los medios de lucha”, es decir los más bárbaros, como los más legales. El comunismo de las FaRC es una supervivencia tardía y anacrónica de la ex Unión Soviética la cual, desde los años cuarenta del siglo pasado, había inspirado, financiado y controlado la creación de esa maquinaria de muerte. Sin embargo, la injerencia soviética en Colombia es muy anterior a las FaRC pues ella se remonta a la década de 1920.