Escuché en las noticias al presidente electo de los Estados Unidos, Joe Biden, que afirmaba después de los actos vandálicos de un grupo de seguidores del presidente Trump, más o menos lo siguiente: no vayan a decir que son manifestantes, son terroristas.
En ese país esa asonada contra el Capitolio es un gravisimo pecado que seguramente será castigado con todo el peso de la Ley e inclusive podría ser vinculado el propio Presidente saliente, por haber arengado e instigado, a sus seguidores, reclamando un fraude electoral que no pudo probar. Pues declaro que estoy de acuerdo con Biden, eso es terrorismo.
Claro que vale la pena llamar a las cosas por su nombre, como lo hizo Biden, y dejar los eufemismos tan usualmente utilizados en Colombia, para describir o definir los acontecimientos que alteran el orden público frecuentemente.
En contraste recordemos cómo la prensa en Colombia, miembros de la justicia colombiana y algunos políticos, han minimizado el acto terrorista contra el Palacio de Justicia de Colombia, por algo más de 35 años, y se han centrado en tratar de demostrar que la tragedia fue ocasionada por la Fuerza Pública y no por un grupo de terroristas.
Para los más jóvenes, hay que contarles que el M19, grupo guerrillero y narco terrorista, que financiado por Pablo Escobar irrumpió en el Palacio asesinando a casi todos los magistrados de la Corte, a varios magistrados auxiliares y a muchos visitantes. Por esos días la Corte se ocupaba de definir la legalidad o no de la extradición de Colombianos hacia Estados Unidos. Pero se ha querido mostrar una culpa inexistente de la Fuerzas del Estado, cuando en realidad el Ejército Nacional y la Policía Nacional lograron rescatar con vida a más de 220 personas aunque tristemente fueron asesinadas más de 80 por el M19 en esta arremetida terrorista.
El terrorismo en Colombia se manifiesta de muchas maneras, pero la prensa y ciertos políticos de izquierda que todo lo aprovechan para subvertir, normalmente tergiversan los hechos.
Recientemente han elevado a la categoría de mártir al joven Dilan Cruz, muerto accidentalmente durante unas marchas vandálica (lo que Biden llamaría terrrorismo), en la que enfrentaban con fuerza y saña a la policía que trataba de impedir la destrucción de un sector céntrico de la ciudad de BOGOTA. Pues Dilan (con un nutrido expediente delincuencial) y sus compinches de asonada, son terroristas disfrazados de estudiantes aunque aquí la prensa no lo ha querido reconocer a pesar de los antecedentes criminales del joven vándalo. La prensa colombiana usualmente los llama manifestantes pacíficos y afirman que la violencia es provocada por la policía. En este caso, al policía que disparó el arma antimotines (no letal) le quieren acabar su vida y si es posible que sea condenado a penas de prision por cumplir con su deber.
Ni hablar de los muertos en la oleada de terror, protagonizada por unos supuestos jóvenes que protestaban por la muerte de un abogado (Javier Ordoñez) a manos de unos policías. Con este pretexto, aunque la justicia empezó a actuar contra los policías que cometieron ese repudiable crimen, unos grupos terroristas (ojo que estoy siendo consecuente con el lenguaje de Biden) decidieron atacar de manera simultánea y coordinada a los policías en los CAI de varias ciudades, ocasionando destrozos de estas instalaciones, heridas a muchos policías y muerte a ciudadanos que tuvieron la mala suerte de cruzarse en las rutas de las hordas asesinas, en aquellas jornadas perfectamente planeadas e instigadas por la izquierda radical. Pero la prensa y los políticos matizaron los hechos, aún hablan de protestas pacíficas. Si se comparan las asonadas del 9 y 10 de septiembre de 2020 con lo sucedido en USA, podríamos decir que lo sucedido recientemente en el país del norte es apenas un juego de niños, aunque también estoy de acuerdo, eso es terrorismo.
Una noticia reciente señala que 4 policias, de los cientos que defendieron sus CAI y a los ciudadanos, serán judicialízalos por defender la ciudad en aquella noche de horror acusados de haber “asesinado” a varias personas (necesitan chivos expiatorios) pero nada se habla de los terroristas que quedaron en videos atacando personas. Es fácil entender que las reacciones de la policía, ante la furia de los terroristas, pueden por supuesto provocar muertes entre los atacantes (como sucedió en USA) y deberían ser consideradas muertes en cumplimiento del deber o defensa propia. Si le interesa más sobre este tema también puede leer mi artículo: “No son vandalos, son guerrilleros en esta dirección” en http://jebotero.com/no-son-vandalos-son-guerrillas-urbanas/
El atraco en un bus, en enero de 2021 en Bogotá, dio como resultado uno de los atracadores muerto de mano de una de sus víctimas que se defendió para no dejarse robar. En BluRadio, el conductor del programa MañanasBlu del día siguiente, Ricardo Ospina, insistió toda la mañana en que esta acción significaba “tomarse la justicia por mano propia” lo que le parecía un hecho reprochable y gravísimo pero jamás consideró que pudo ser defensa propia, olvidó, eso si, y le quitó importancia al hecho en el cual un par de hampones, que se suben armados a un bus, provocan terror en sus víctimas y están dispuestos a matar a cualquiera que no les entregue sus pertenencias. Según se desprende de la insistencia de Ospina todos estamos obligados a dejarnos robar para no ir a lesionar a los angelitos que tienen por diversión subir a los buses y despojar a los pasajeros de sus pertenencias.
Podríamos recordar al médico que se defendió, en un atraco, dejando como saldo 3 atacantes muertos, también fue víctima de este tipo de periodistas que siempre están pensando en defender delincuentes y jamás piensan que la legítima defensa es un derecho constitucionalmente consagrado.
Otro caso que no deberíamos olvidar es el de un escolta, que defendiendo a su protegido, dio de baja a un sicario con su arma de dotación. Ni los medios, ni la ciudadanía apoyaron al escolta y todo parecía indicar que sería condenado, pues estuvo preso. Afortunadamente la justicia, en este caso, extrañamente le dio la razón y quedó absuelto del crimen del que se le acusaba.
Grave si la ciudadanía no apoya a la fuerza pública o a los mismos ciudadanos cuando se defienden, vamos por muy mal rumbo debido a qué hay muchos políticos haciendo leyes que privilegian a la delincuencia y les quiten atribuciones a la Fuerza Pública.
Recientemente hubo otra noticia según la cual cuando suceda estas jornadas terroristas, mal llamadas protestas, donde los vándalos atacan personas, policías y los bienes públicos y privados, las autoridades primero tendrán que plantear una negociación y solo si después de intentar apaciguarlos no hay resultados, puede entrar el ESMAD.
Es clara que esta es la doctrina de la izquierda, ya escuchamos hace meses las declaraciones de Claudia López en Bogotá, cuando se puso de parte de las turbas terroristas y en contra de la Policía Nacional. La verdad uno no sabe si reír o llorar.
Nota al margen: parece que se acentúa la dictadura digital que está sepultando la libertad de expresión.